in ,

Mi ciclogénesis

Este fin de semana salí de casa asustada por la alerta incesante sobre la ciclogénisis explosiva Ana. Dicen que con nombre de mujer se presta más atención a la noticia sobre el aire (de toda la vida huracanado) ahora llamado ciclogénesis. A mí lo que me preocupa no es el hecho en sí de la noticia sino que alguien investigue que por tener nombre de mujer nos llame más la atención.

El caso es que como os digo salí de casa en un amago de superioridad retando al tiempo y no sé porqué fui igual de explosiva que el clima. ¡Ciclogéeeenesis, ciclogéeenisis! Así salí del portal, de noche, lloviendo, con un aire con el que Mary Poppins no hubiese hecho una peli en su vida y apunto de hacer un Walt Disney, estaba congelada.

Un vecino que había sacado al perro se frenó en seco en plena ciclogénesis al verme. Cuando levanté mi cara del peluche que tengo por bufanda sólo me salió… ¡Hola! Hay ciclogénesis eh… qué frío. Creo que está haciendo la mudanza.

La verdad pensé que no había nadie y yo soy muy entusiasta para todo. A esas horas de la noche no suele haber gente, todos tienen niños en edad escolar y con altas probabilidades de que el aire haga volar a sus polluelos.

Yo cuando llueve nunca cojo paraguas, odio llevar en la mano uno de ellos, luego nunca sé dónde meterlos. Cuando entras a una tienda tienes que esperar a que todo el mundo meta el suyo en una bolsita para que no se moje el suelo y luego está la típica señora que te mira mal porque ella iba antes que tú y es la misma que luego coge un puñado para su marido que viene ahora en un rato probablemente con siete paraguas en cada mano. No sé porqué les vuelven locas las bolsitas para los paraguas.

Para salir tienes que deshacerte de la misma, pelearte para desenfundarlo como si llevaras una espada a lo Capitán Trueno o si te vienes muy arriba hasta una de Star Wars, todo un jaleo. Soy de las que me los olvido en todos los sitios y eso que siempre los llevo fosfóritos, todos son de propaganda y normalmente de antigripales. Es como una señal pero ni por esas aprendo.

Un paraguas es lo más incómodo del mundo. Si no que se lo pregunten a Letizia el día de su boda, con un vestido de Pertegaz estaba la mujer como para sostener uno. A veces me gustaría ser reina sólo para estas cosas. Para que alguien me aguante el paraguas en plena ciclogénesis. Yo lo único útil que le veo es el mango. Si está doblado puedes colgar las bolsas de Zara allí. Espérate que a Amancio todavía no se le ha ocurrido este dos por uno.

De la ciclogénesis poco más, que casi me rompo la cadera al estar a punto de resbalar con una hoja de la calle Serrano, que no hay calles para caerse y me toca la más pichi, que se me ha quedado el pelo como a Melendi cuando empezaba su carrera y que he perdido unos guantes de piel monísimos que salieron volando. Ahora entiendo a los niños que se les escapan los globos. Qué drama todo.

IMG_4106

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *