Ya os dije ayer que os iba a hablar sobre cómo está el supermercado post navidad. He ido a la compra y por primera vez en la vida creo que he disfrutado a lo grande.
Porque no, no soy de esas que les encanta pasarse horas en el supermercado, de hecho la última vez que fui con mi padre tras pedirle ayuda, creo que tuvo ganas de llegar a casa para que me tomase una tila doble. Iba por los pasillos como si fuera probadora de ruedas de carritos. No sé si eso existe pero decirle a la persona indicada que nunca giran bien, el chasis no está para hacer un musical.
A mí al super me gusta ir a tiro hecho, aunque últimamente me leo todas las etiquetas por lo del aceite de palma. Me saco mis gafas, me alejo el producto y ahí está… de palma, de colza… me dan ganas de tirarlo al aire como la patata caliente del Gran Prix ¿qué clase de basura comemos? Es por lo único que dejo mis Pims de Fresa. Tras leerme los ingredientes. Ya casi dan ganas inmediatamente de pedir hora con el médico.
Aunque ahora el supermercado está lleno de buenos propósitos. Sólo falta que por megafonía anuncien los productos bio post navidades. Ayer me acerqué a la zona frutas, verduras y derivados y casi tengo que hacer ecuaciones para llevarme algo. Estaba todo arrasado.
En el Hipercor hay un señor vestido de hortelano para que parezca todo más real, algo así que Mickey en Disneyland París. Eso sí, un hortelano que no ha cogido patatas en su vida, le delata el delantal impoluto.
Él te completa tu bolsa de la compra de frutas y verduras eco, el mismo eco que te hace tu bolsillo después de pasar por su sección para coger cuatro verduras que en teoría están recién cogidas y sin ningún pesticida, lo que tendría que ser lo normal vamos. Pero no, eso se paga a parte.
De lejos vi que quedaba un calabacín para hacerme un puré de verduras pero una mujer se abalanzó en plancha sin importarle cuántas cajas arrastraba a su paso. ¿Pelear por un calabacín? Claro que sí. Señora, yo lo vi antes. ¡Hay que tener el brazo más largo! ¿perdón? Esta señora quería guerra. ¿Perdone, le quedan más calabacines? No, se han acabado ya. La señora me miró como si llevase caviar iraní en la mano y se fue achuchandose el abrigo mientras el marido protestaba de la dieta macrobiótica a la que se ve sometido por su señora después de Navidad.
Después de hacer el recorrido del super casi a la par, la señora se aseguró de que su fiel guardián hiciese lo mismo con el calabacín. Se me miraba una y otra vez como si mi única ambición en la vida fuese robar verduras.
A la gente en estas fechas le da un arranque de depuración que no es normal. No os cuento cómo estaba la charcutería para el pavo y el jamón de york. Aquel hombre tenía la máquina para cortar lonchas en piloto automático. Creo que fui la única persona del super que preguntó si quedaban bombones de la caja roja.
Los quería para un regalo y el señor que estaba reponiendo chocolates me dijo… Uyyyyy ¿bombones ahora? ¿después de Navidad? Que va, que va…
Sin calabacín, sin bombones, sin mis Pims de fresa… qué color más malo estaba cogiendo eso. No vayáis nunca al supermercado antes de comer y después de Navidad. Son dos conceptos que si explosionan acabas en la pastelería comprando un brownie para merendar.
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