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Siri ¿estás ahí?

Hace tiempo que rezaba para que los desfiles fuesen fuera del recinto de IFEMA y ahora rezo para que los hagan de nuevo todos allí. Contradicciones de mujeres al borde de un ataque de nervios. Si me viera Almodóvar estos días me fichaba para su elenco.

El caso es que algunos diseñadores presentan sus colecciones en varios puntos de Madrid. Me llegó la invitación hace unas semanas de Beatriz Peñalver, con ella doy comienzo a mi maratón de desfiles, sus diseños me encantan y el sitio me parecía muy cool. Una tienda de muebles, más bien anticuario, un local muy retro lleno de piezas chic.

Odio ponerme el navegador en el coche pero si me dicen zona Rastro y sus millones de calles poco perpendiculares me lo tuve que poner sí o sí. Ha llegado a su destino, ahora tendrá que continuar andando ¿andando? ¿con estos tacones?

¡Siri! ¡Siri! Llevo tacones de palmo, llama a Carmena YA. Que abra esta calle que hay desfile ¿No dice que ‘Madrid es Moda’? Pues que abra la calle.

¿Cómo dices? Siri, menos cachondeo. Cachondeo. No se encuentran resultados. No si encima me ha salido una Siri rancia… Si quieres encuentra aparcamiento en zona Latina con calles residenciales que cada vez que me voy a meter, vivo con el miedo de que llegue una foto de mi coche a casa y no precisamente para colgarla en Instagram.

Me metí por una calle taponada con una furgoneta, lo que me faltaba… menos cinco, empieza a en punto y una furgoneta de construcción taponando la calle. ¡Oiga, Oiga! Apártese por favor. Hay una valla ¿Una valla? Pero cómo una valla… Pero y ahora qué hacemos… Siri, tengo una furgoneta taponado la calle, qué hago. No te he entendido.

¿Pero no decían que Siri era de Bilbao? La de mi móvil no debe ser española, está más abstraída que un chino en el Palacio Real. Vino un señor a salvarme del apuro, si das un poco marcha atrás puedes salir a la derecha. Estuve a punto de plantar el coche en medio de la calle.

Encontré un aparcamiento a la vuelta de la esquina de la calle donde al fin pude maniobrar y lo dejé, tal cual. Salí del coche haciendo fuerza con la puerta para arrastrar un contenedor de restos de pinchos de bacalao de La Latina. Zona verde, o lo que es lo mismo, vender los órganos a cambio de dejar el coche una hora en el centro de Madrid.

Siri, si estás ahí, porque a estas alturas ya estaba pidiendo la baja por depresión, guíame hasta el desfile. Seguí a la bolita y ahí estaba mi ángel de la guarda. Una guardia del parquímetro que le pregunté por la calle San Cayetano y me miró como si le estuviera recitando la carta a los Corintios. La calle San Cayetano… espera a ver que saco el mapa. Ay la virgen, un mapa. De repente vi a dos tan peripuestas como yo que se me quedaron mirando con la mayor empatía que existe sobre la faz de la tierra… vas… vas al desfile verdad ¿nos guías? Sí, esperad un momento que soy la estrella iluminada.

A todo esto vi una tienda de cojines monísima que llevaba buscando siglos. Ay, ay, ay! ¿Qué te pasa? Nada los tacones. Fui lo primero que hice al salir del desfile. El chico de la tienda un inglés al que se me olvidó pedirle el relleno. Madre de Dios la de cosas que me pasan.

Llegué al desfile. Y guiando a dos más. Así salgo airosa yo de las situaciones. Me sentaron en primera fila en un sitio en el que solo pasaba la modelo. Lo único que no podrás estirar ni cruzar las piernas, la modelo pasa muy justa… Con lo que necesitaba yo estirar las piernas. Aún la podía haber liado más pero me pareció un exceso.

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Images: Pinterest

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