Este fin de semana he llamado a varias amigas para ver qué les parecía el cambio. Algunas han llamado sin avisar ante el grito de fin de etapa. Y he pensado dos cosas inmediatamente. Qué buenas amigas tengo, qué decisión tan acertada.
Lo primero ya lo sabía. Conforme van pasando los años una se va quedando con lo mejor de cada casa. Al menos se intenta porque cuando llegas a cierta edad la que eliges eres tú. Con veinte años tenías mil amigos y pasada la treintena (por poco, siempre hay que matizar) tienes los que quieres tener. Porque has llegado a ese punto de la vida en el que si tienes diez pero son leales, buenas personas y aquí la clave… se alegran de lo que te pasa, siempre merecerán la pena.
Afortunadamente puedo decir que tengo más de diez y lo considero un lujo en estos tiempos en los que una ya va irremediablemente cumpliendo años de madurez. Incluso hay que te piensas que pueden ser maravillosos y por etapas de la vida se van dejando por el camino, esto me ha pasado recientemente. No porque te hayas peleado como a los veinte pero sí porque no tienes ganas de dar explicaciones o en su defecto que te las den porque ante la obviedad poco se puede hacer. ¿Os acordáis cuándo dábamos tantas? Yo ahora no doy ni una salvo a quién se las tengo que dar, o lo que es lo mismo, todo lo que tenga que explicar se queda en casa.
Cuando llegas a ese punto de madurez… ni quieres perder el tiempo, ni muchos las merecen o incluso ese punto de rebeldía que implica que no te da la gana y punto o porque estás a gusto. Y punto. Todos tenemos muchos tipos de amigos pero yo creo que la clave es saber elegir a aquellos con los que puedas ser tú. Esto se ha dicho siempre y suena a topicazo pero no es trabajo fácil. Cuando tienes una vida tan social (de trabajo me refiero) como la mía, lo bueno es saber quién está ahí para ti.
Porque en este mundo, supongo que como en otros pero este es la bomba express, hay mucho postureo innecesario. Siempre me he considerado más llana que todo eso así que cuando llego a casa… Me como una pizza, veo la tele y me ocupo de la interminable lista de cosas que hay que hacer en una casa. Es un ejemplo.
A lo que voy es que los pilares son fundamentales y en la vida hay muchas etapas. Etapas que también se cierran al igual que con los amigos como yo he decidido cerrar un blog con el que llevaba unos cuatros años días tras día, aventura en aventura y venga modelitos y modelitos. Me parece curioso que el día que lo cerré, este mismo viernes, me encontrará a una persona que justo me habló sobre los blogs. Me quedé petrificada porque no pudo elegir un día mejor para entablar una conversación que era la clave de todo.
La vida es más sencilla y algunos la queremos vivir sin filtros. Esta semana empezaré más a fondo ¡me tengo que ir adaptando!
