Estos días he escuchado algo que me ha hecho pensar… ‘Tía, desde que está el algoritmo de Instagram me estoy volviendo loco, mis followers no me dan me gusta, estoy bajando en likes y estoy que infarto’ ‘¡Qué difícil sería abrirse camino ahora con el algoritmo’.
Comprenderéis que casi infarto yo. Mirad, soy de la filosofía, y los que leeis asiduamente esto lo sabéis, que yo respeto a todo el mundo, que cada uno hace lo que quiere con su vida y si no haces daño haz lo que realmente lo que te dé la gana pero yo con estas frivolidades me sorprendo. Lo reconozco, no lo entiendo.
Sé que para muchos es un negocio como también creo que hemos sobre pasado muchos límites. Ayer leía un artículo buenísimo en el periódico que decía que la cadena de hoteles Meliá está tan sobrepasada con correos de instagramers que les piden noches de hotel gratis que han tenido que contratar a personal específico para poder responder a todas estas propuestas.
Hay, como todo en la vida, gente profesional y gente que quiere algo por todo el morro. Aquí hay un debate amplio porque la persona encargada de una agencia de comunicación decía que los hoteles también llaman para que tal influencer vaya para dar promoción al hotel. Pero yo de este debate de unos y otros no estoy hablando.
Hablo de esos correos que dicen; Hola, buenas tardes, quiero una habitación para dos para San Valentín, que nos reciban con una botella de Moet que os subiré a redes una foto citando el nombre y a poder ser en el Caribe. Luego no me extraña que lloren por los likes.
Mirad sinceramente, me parece frívolo y ya sabéis que yo no suelo opinar de estos temas pero también me parece que en la vida hay unos límites y que si quieres un hotel que te lo pages y que si no puedes ir, que no vayas.
Yo siempre he sido de la filosofía de que si no tienes algo y no lo puedes tener, disfruta de lo que sí. Yo también quiero un bolso de Chanel y no se me ocurre llamar y decirles mire… Soy directora de un medio de comunicación ¿me podría dar un bolso? Qué vergüenza, es como niña, cómpratelo tú.
De hecho a mí me han dado y me dan un montón de cosas y a la hora de ir a recogerlas darme una vergüenza extrema porque me parece súper cortante que me lo den y esto las marcas lo saben. Pero una cosa es que te hagan un detalle y otra cosa es que llames y digas mira tengo tantos followers mándame al Caribe.
¿En serio? Es que ese negocio me sigue flipando y ya sé que estoy rodeada de ese mundo pero precisamente por eso lo recalco porque no lo logro entender. Entiendo que haya gente profesional que se lo tome en serio pero decía un responsable de hotel que ni siquiera se molestan en darte un dossier con información de lo que poder hacer en él. Simplemente, invítame y ya si eso te nombro, que en muchos casos ni citaban al hotel. Al parecer no es una excepción por eso os lo cuento.
A mí la verdad tener una foto perfecta no me quita el sueño. Me gusta la belleza de las cosas. Con tal la foto me parezca bonita a mí no voy a sufrir por el resto, no me estresa que una foto no sea perfecta no he venido a este mundo para dejar fotos extraordinarias sino para poder conocer a gente extraordinaria, detrás de una foto.
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