Siempre he pensado que la firma de Victoria’s Secret está algo sobrevalorada. Hace unos meses cuando abrió la tienda de Madrid puse rumbo a comprarme la mejor lencería sobre la faz de la tierra.
Dejando a un lado esas alas tridimensionales que necesitan un vestidor aparte y esos ventiladores que ondulan tu pelo como juncos que se mecen en cualquier ribera, las prendas tienen algo que despierta nuestro interés. Al menos, el mío, hasta la fecha.
Lencería cómoda, sexy, canalla, para el día a día… hasta que puse un pie en la tienda. Aparte de no tener prácticamente nada de lencería descubrí el mundo perfumes de Victoria’s Secret. En realidad ya lo había hecho años atrás cuando en el aeropuerto de México me entró una especie de ataque turístico y empecé a arrasar en el Duty Free tras ver que todavía quedaba hueco en la maleta.
Un ELLE México, con un especial de chongos (moños) palabra que descubrí cuando la peluquera me preguntó si quería uno para el evento ¿Un qué? Por mi cabeza pasó aquello de… ‘en el próximo capitulo, Rosaura se encuentra con Aurelio Federico…’. La conclusión, viajando siempre se aprende algo.
El caso es que en el aeropuerto mientras esperaba el vuelo se me ocurrió completar el chongo con una lencería monísima de los ángeles de Victoria. Pero no, tampoco había la súper lencería que yo esperaba así que acabé comprando un Agua de Rosas de infartar. Tanto que me negué a usarla para el día a día y la utilizaba para perfumar mi casa. Aún la tengo guardada apunto de servir para gin tonics.
Cuando hace unos meses entré en la tienda de Madrid me vinieron cuatro dependientas a cantarme la oferta de bragas ‘el súper chollo de Victoria’s Secret’ Dos bragas de algodón ribeteadas con el nombre de la firma. El resto de cajas preferí mirar como miraba en el colegio cuando la profesora pensaba el nombre del siguiente alumno para salir a la pizarra. Osea, para abajo, a la nada, jugar al despiste absoluto… ¿qué bragas eran esas? ¿qué broma era eso? Si me pongo eso la peli se llama Bridget Jones.
Pasé de las bragas a las colonias, intente buscar el Agua de Rosas pero ni rastro, todo eran envases que los podría haber diseñado Kim Kardashian. Tampoco hubo éxito. De ahí a los neceseres. Plástico puro, eso sí con las letras de la firma mientras en las pantallas de detrás pasaban ángeles sin parar.
¿Perdone esto es Victoria’s Secret verdad? Me ha parecido leerlo en la puerta. Los dependientes rebosan felicidad, tanta que te da pena salir sin nada. Estas rebajas me volví a pasar a ver si es que fui demasiado exigente con la marca y me acorralaron el mismo número de dependientes diciéndome que tenían las bragas en oferta.
He venido a buscar un neceser, gracias. ¡Pero no quieres bragas! No, estoy buscando un neceser. ¿Pero has visto las bragas? Sí, ese es el problema, que las he visto. ¿Cómo puede ser que una firma como esa tenga esas bragas en la tienda de Madrid? Si las ve Bridget las compra todas.
Menos mal que Amancio abrió Oysho, siempre nos tiene que salvar de todo ¿Las mejores? Puestos a desnudarnos… las de Love Stories Intimates.
Images: Piazza C. Victoria’s Secret
