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El juramento que empezó en Navidad

Esta noche pasada leí una columna en el New York Times que se titulaba ‘Mi año sin ir de compras’. Hablaba de una escritora que quedó en Navidad con su amiga Elissa y le contó que se había marcado un propósito. No comprar durante todo el año ni ropa, bolsos, zapatos ni joyería puesto que creía que ya tenía demasiadas cosas.

La escritora se sorprendió por el abrigo que llevaba, a lo que la otra contestó, ‘me lo compré al final de mi año sin compras y todavía me siento un poco mal’. A partir de ahí te empieza a explicar los motivos por los que decidió esto siendo consciente de que comprar es la base de toda economía. Osea, le estaba haciendo flaco favor el mercado.

Afirma que intentaba apaciguar sus miedos comprando en internet y eso le había hecho tener muchas cosas de más. La respuesta que se dio cuando se planteó todo esto era que necesitaba tener menos cosas. Empezó volviéndose loca porque no tenía vaselina para sus agrietados labios y enseguida se dio cuenta que en un cajón de su baño, en los bolsillos de los abrigos… había acumulado como cinco, motivo por el cual ya no lo hacía falta gastarse ese dinero por lo menos en un par de años más.

En cuanto a los regalos, regalaba a los amigos vales de tiempo. Una vez una amiga para Navidad me dijo que tenía un regalo para mí. Me dio un tarjetón enorme que ponía ‘vale de tiempo’. ¿Vale de tiempo? Pensé que me estaba vacilando y ayer cuando leía esta artículo me acordé de ella.

La verdad me he acordado mucho en momentos de estrés y por mi cabeza pasaba el maldito vale como el regalo más valioso del mundo porque realmente disponer de tiempo es un lujo en el Siglo XXI. Y lo afirma ésta que escribe que el día de Navidad por la tarde para que hubiese contenido el 26 estaba dándole a la tecla. Como bomberos, médicos… y un largo etc que ven como en fechas señaladas también hay que arrimar el hombro.

Estoy de acuerdo en parte con esta columna pero lo radical siempre me ha parecido mal. Y eso que suelo ser una mujer de extremos pero la vida te demuestra que existe una paleta amplia de color.

Si todos hiciésemos lo que esta señora hizo probablemente estaríamos todos en la ruina. La columna está dando la vuelta al mundo como un ejemplo. ‘Las cosas que compramos una y otra vez son una especie de capa gruesa de vaselina untada sobre un cristal: podemos ver algunas siluetas, claroscuros , pero debido a nuestro constante deseo por aquello que seguimos anhelando nos perdemos los detalles de la vida’.

Bueno… la clave según mi punto de vista está en tener dos dedos de frente. No te puedes pasar el día comprando porque obviamente tenemos muchas cosas que no necesitamos, estamos enterrados por la sociedad de consumo pero hay que tener la suficiente personalidad para saber donde parar.

Nos sentimos ‘manejados’ pero el punto y final lo deberíamos de poner nosotros. No hay que hacer ninguna apuesta de un año sin compras sólo tenemos que saber decir no a lo que no nos hace falta. Es difícil sí, porque entras en una ruleta que no tiene fin pero tu economía sí. Lo tiene fulanita lo quiero, lo tiene menganita como no lo voy a tener yo también. Yo creo que las compras es más una cuestión de tener personalidad propia pero ya no sólo para saber frenar sino para ser práctica en tu vida y con lo que tienes.

No creo que dejar de comprar te libere espacio como afirmaba esta chica. Yo hay veces que voy de compras para despejarme aunque luego termine por no comprar nada. Es que en la vida no se puede tener todo pero para eso no hay que hacer un juramento, hay que tener como digo dos dedos de frente y sobre todo personalidad.

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Images: Pinterest (Absolute Leisure)

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