Si hay algún hombre que va a leer la columna de hoy se está equivocando de sitio. Porque voy a hablar de la increíble experiencia que es hacerse la raya del ojo.
O mejor dicho, hacerse bien la raya del ojo. Cuidado, tema nada superfluo para las que acabamos el día como un oso panda de Faunia.
He leído durante años revistas de moda en las que te aseguraban que esa raya de alta cosmética permanecía en tu párpado pasase lo que pasase hasta el final de tu jornada laboral.
Métodos, marcas o maneras infalibles que te aseguraban su permanencia e incluso los mejores limpiadores para no tener que irte a dormir casi de la misma manera de la que has llegado a casa después de 10 horas sobreviviendo a la ciudad.
Esto me tenéis que entender muchas. Ninguna raya del ojo permanece intacta o al menos esa es mi experiencia hasta el momento. A Gema Mengual puede que su eye-liner acuático le aguante pero para las que no queremos recurrir a la ciencia cosmética de nadadora profesional, nada funciona.
Hace poco acudí a unos grandes almacenes y le dije a la dependienta… Tengo todo el tiempo del mundo para que me sorprendas con una raya de ojos que dure y no llegue a mi casa como si hubiese visto Titanic. Podemos probar todas las marcas para ver cual es la más efectiva pero vengo a llevarme la definitiva.
A veces por las prisas hacemos eso de… venga va, pues esta y la pruebo. No, yo iba a llevarme la mejor que existe en el mercado y estaba dispuesta a que me maquillase como una puerta.
Pasamos por una docena de stands y en todos había una que era la más revolucionaria del mercado, nueva de hace diez días y con una capacidad asombrosa de salir de casa como Kim Kardashian sin apenas hacer esfuerzo.
Y de todas estas… ¿cuál me recomienda? Porque veo que la ciencia en un par de meses que es lo que he tardado en usar la anterior ha mejorado mucho.
Yo sin duda, ésta. Además yo no sé que capacidad tienen de probar todo lo que existe en el stand, supongo o me quiero imaginar que para vender lo tienen que probar, vamos a ponernos en la piel de que así sea.
Es buenísima, ya me lo dirás. Bueno, pues cada vez que quiero ir a decirle que la he probado y que es una basura la señorita dependienta debe de estar en la zona de menaje vendiendo platos y cubiertos. ¿Luego dónde se meten?
Por no hablar del momento en el que te haces la raya. Siempre hay alguien que te viene a hablar y con la boca más abierta que el león de la Metro le dices ¡un momento! ¡que me estoy haciendo la raya! Y claro no lo entiende porque estás como cuando te tomas un limón a palo seco, el que inventó ‘di Pamplona con un polvorón en la boca’ no se había percatado de este momento.
La casa en silencio pero cuando te haces la raya… algo pasa. Un ‘no llegamos’, ‘dónde has dejado mi abrigo’ o ‘tú has visto mis gafas de sol’ están en la pole position para que vayas con el ojo como una carretera de montaña. Y explícale a un hombre del delicado momento al que te estás enfrentando.
A mí me podrían contratar en el Circo del Sol como la mujer que echa fuego por la boca sin necesidad de efectos especiales. Que difícil es encontrar un cosmético, perdón, una dependienta que te diga la verdad y un momento de silencio. Yo tengo varias amigas que se la pintan en el metro. Y claro, las idolatro.
