Creo que es la columna perfecta para hablar de Eurovisión. Aunque también puede que sea la más aburrida si no sois de los que colgáis banderitas en casa, compráis globos en el Party Fiesta y hacéis perderse la gala al repartidor de Telepizza.
No, eso no lo creo, porque creo que todos perdimos la noción del tiempo sobre cuándo encendimos la tele y cuándo la apagamos, porque a mí lo que el sábado me interesaba muchísimo es la hora a la que acababa. Vamos a ser realistas, los puntos es lo mejor del Festival.
De hecho saltó un espontáneo y me tuve que enterar en Twitter gracias a La Vecina Rubia, y eso que estaba viendo la tele. Yo creo que llega un momento que mi cabeza hace un balance de blancos, o de negro, dependiendo de cómo se mire.
Tras esta cadena de palabras ya habréis notado que no soy una gran fan eurovisiva. A mí me va más la emoción de la tabla de puntuaciones y esos vuelcos tan fascinantes que se producen una vez han votado los países y llega el televoto.
Capaz de dejar primero al último y viceversa. Creo que está inventado por alguien que quiso darle a la noche la emoción que merece Europa. Os parecerá raro que a estas alturas no haya hablado de los chavales patrios representando territorio español en la tierra a la que les cedimos a Casillas. Poco nos lo han tenido en cuenta.
El mejor portero del mundo y nos metieron un gol por toda la escuadra con dos puntos más de lástima que de admiración. La dehesa sólo la vais a oler a lo lejos porque somos capaces de levantar un muro que no veis un toro pastando más. Os van a sobrar toallas como si el continente asiático estuviera en huelga general.
Los países con frontera española son como una comunidad de vecinos patria, así que tampoco hay que forzar las cosas cuando en el vecindario nos ha dado hasta una serie de televisión llena de tramas y no precisamente fraternales.
‘Tú canción’ la pude escuchar en directo hace apenas unas semanas en La Noche de Cadena 100 y quedé petrificada con la voz de Amaia, poco eurovisiva donde quizás se tengan en cuenta otras cosas si alguien sabe qué se tiene en cuenta. Desde luego la sensibilidad de Sobral no dejó indiferente a Europa.
Hay cosas que nunca se pueden pasar por alto y son de interés universal. Amaia y Alfred bien, aunque para una romántica como yo quizá percibí que era algo intimista para estar en un Festival. Es un poco adaptarse a la frase que una vez le escuché a Agatha Ruiz de la Prada ¿que por qué voy a un desfile con una falda de ruedas? Pues porque así no se le olvida a nadie.
El cielo estrellado fue el preludio de un choque de planetas (o países vecinos), la atmósfera mágica pero las vueltas que daba la cámara a pie de escenario nos terminó por dar más vueltas de la cuenta y no supimos llegar a destino.
Otro año será… menos mal que siempre nos quedará Paquita Salas.
Images: Prensa RTVE, Youtube