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Miedo

Llevo ya un rato pensando cómo comenzar esta columna porque desde el otro día siento un poco de miedo en el cuerpo. Cada vez que comenzamos algo sentimos ese miedo lógico de lo nuevo. De si habré hecho bien, lo sabré llevar o si era lo más correcto entre otras miles de cuestiones que das vueltas a veces innecesariamente.

La pregunta más recurrente es si habrás hecho bien o te estás sobrepasando. He leído mil frases acerca del miedo y seguro que a todos se os viene a la cabeza esa típica de ‘si te da miedo es eso, es justo eso lo que necesitas’ y otras afirmaciones más que sentencian con seguridad.

Un día una amiga me preguntó que si sabía lo que anulaba al ser humano y no le supe contestar. Me dejó unos segundos y rotunda me dijo… el miedo. El miedo paraliza a la gente. Así me quedé yo al escucharla porque realmente tiene razón. Y aquí va otra… cuántas cosas no hacemos por miedo a perder.

No creo que sea cuestión de perder o ganar sino de seguir a nuestro corazón, para que suene menos poético y ñoño diría, lo que realmente nos apetece en ese momento pero no hacemos por las cuestiones que cada uno se quiera aplicar.

Sé perfectamente mi situación del miedo en mi caso personal y cada uno sabemos el nuestro. La cuestión está en analizar, valorar y ahondar en el motivo por el que no terminamos de hacer eso que estamos deseando. Muchas veces pensamos que es porque vamos a quedar mal o no vamos a saber hacerlo.

Mi opinión personal y volviendo otra vez a una frase un tanto cursi, es que si te sale del corazón nada o pocas veces puede salir mal. Si lo haces por despecho o ira entonces estamos hablando de otra cosa pero para no perder el hilo diría que cada uno ha de hacer las cosas porque le nacen de una manera bonita y natural.

El otro día pensaba en un vídeo que se hizo viral de Canal Sur que no sé si lo llegué a comentar por aquí. Eran dos niñas muy pequeñas sentadas en una mesa esperando la merienda. Una se puso a llorar y la otra le preguntó qué le pasaba. Es que tengo muchísima hambre le dijo.

Cuando llegó la merienda, los platos estaban tapados y al destaparlos la niña que tenía muchísima hambre tenía un bizcocho y la otra no tenía nada. Se la miró unos segundos sin decirle nada e inmediatamente partió el bizcocho y se lo dio casi sin dejar nada para ella. ¿Por qué me lo das? Le dijo la otra niña. Pero… ¿cómo no te lo voy a dar? Si no tienes nada en tu plato.

Le sobró la pregunta porque todos, absolutamente todos nacemos buenos por naturaleza pero la vida te va haciendo callo para que tú te defiendas y a veces acabamos siendo más ariscos de lo que deberíamos.

A veces hacemos cosas que nos producen miedo pero si hay alguien que ahora mismo se encuentre como yo, que tenga miedo por una respuesta que espera que sepa que si lo ha hecho con lo más profundo de su bondad por lo menos ha ganado en su nobleza. Feliz comienzo de semana a todos.

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Images: Living Backstage

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