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Mis gafas nuevas, puro show

Hace unos meses perdí mis gafas de ver favoritas. Favoritas porque sin ellas no veo ná. ‘No seas exagerada’ me dice el oculista cuando me pregunta qué tal veo y le digo ‘¡nada… no veo nada!’.

Hombre, sí exagero un poco pero yo soy muy de extremos aún siendo del norte. Si lo comparamos a cuando era pequeña veo mucho peor, aunque por esa época ya debía andar corta de vista cuando sin levantar un palmo del suelo le empecé a ladrar a un niño que lo aguantaban con unas correas para que caminase. Un tacatá moderno, siempre hubo niños millenials antes que yo. Mi madre me contó que era el último grito en porteo.

Ella recuerda aquella anécdota como si en ese momento hubiese inventado los cráteres de la tierra. Toda la consulta con heridas en la lengua, de ahí al logopeda. Esa gente estoy segura que aún me recuerdan como la discípula de Chiquito de la Calzada. Un show.

El caso es que di con unas gafas que me encantaban. Las llevaba buscando años y no puedo entender como se me perdieron. La típica pregunta que se hace todo el mundo cuando pierde las cosas. Qué despiste más tonto. Mis amigas dicen que como voy como loca las debí perder en una de esas carreras por llegar a las cinco millones de cosas que tengo que hacer en 24 horas y que me dé la vida para dormir.

También dudo de mi vecina de al lado, ya sabéis que yo a los vecinos les doy un pase VIP siempre en esta columna. Aún pienso que se me cayeron del coche y me las terminó por aplastar con su camión, perdón, ese coche que al aparcarlo me abre el maletero y cuando lo voy a coger me avisa que me lo he dejado abierto, así, por casualidad. Un día me lo saca a la calle y aún le doy las gracias por ahorrarme tiempo.

En realidad no le digo nada porque vivo con el miedo de que me responda… ‘esto es por todas las veces que pones a Pablo López a todo lo que da de sí’. Si algún día me suelta esa frase y me lo hace quitar me tendría que cambiar de edificio. Hay cosas por las que una no puede pasar.

Pero volviendo a las gafas, recuerdo que me fui corriendo a una cadena de ópticas al lado de casa a punto de echar una lágrima de desesperación para que me hicieran otras cuanto antes. No las llevo fijas pero podría perfectamente ser así.

Me hicieron unas de emergencia, plástico puro. Les dije que las quería de cristal fino, antireflejantes etc etc y cuando se esconde el sol puedo reflejar a medio Madrid o dar luz cuando saltan los automáticos. ¿Qué clase de antireflejante es este? Parezco una bola de discoteca.

Dados todos estos inconvenientes he ido a hacerme otras a una óptica de calidad donde me han dicho que ahora hay una cosa que ha salido nueva que tiene los cristales azulados para evitar los ‘rayos’ del ordenador.

De mi cara aún se acuerda la chica. Era como cuando el 28 de diciembre te hacen una cámara oculta para Inocente, Inocente. ¿Voy a ver en azul? No sé cómo acabará todo esto, las tengo que ir a recoger hoy, igual me convierto en Pitufa Mayor.

Por si acaso me he cogido otras para ver la vida tal cual es, eso sí, bien grandes y con bien de color. Vaya a pasar desapercibida yo con unas gafas…

Images: Pinterest

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