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Mis historias del AVE

Estoy de nuevo en el AVE, donde me gustaría escribir todos los días las columnas pero el sueldo me saldría a deber a final de mes. Puede que sea en el sitio que curiosamente más me inspire y los que sois asiduos a leer estas líneas diariamente lo sabréis.

Poca gente me da tanto juego como los pasajeros de un tren, supongo que si me sentara en un banco en mitad de la Puerta del Sol también me pasaría pero de momento ni tengo tiempo ni entra en mis planes, no hay que forzar las situaciones.

El caso es que cuando ya pensaba que mi vagón ya no me daría ninguna alegría literaria ha pasado un señor como si estuviera en el Circo del Sol y lo he visto claro. He sacado corriendo el IPad porque ha sido el primer contorsionista de muchos.

Voy en un asiento de cuatro, lo peor que te puede pasar cuando viajas. Tengo las piernas que ríete de las morcillas que cuelgan en la carnicería de mi barrio. Esas que se llevan de las señoras para hacer potaje para su hija que viene de Alemania y parece que Merkel le acepte pero no le dé de comer desde que puso un pie en el país.

Es que viene mi hija ¿sabe? Y yo me la imagino gruesa y con movilidad reducida. Eso último es lo que siento ahora mismo debido a que mi vaquero me está presionando debajo de la rodilla y si el viaje dura una hora más me veo en el centro de salud con el síndrome del asiento de cuatro.

El señor de al lado se ha intentado levantar y va por el tercer intento de darse vencida hacia delante. Cuando lo ha conseguido parecía que llevaba tres whiskies encima. Como le vean llegar así a la cafetería le prohíben la entrada.

Por el pasillo viene uno similar pero por las inclemencias del terreno. Se va agarrando a los asientos como si Jesús Calleja le hubiese puesto a prueba en un rocódromo previo desafío extremo. La gente se lo mira como cuando esperas a la vuelta ciclista España por algún sendero de prados empinados y tú animas con la fuerza que a él le falta.

Es un tren post Semana Santa, mi vagón es el 29 así que espero que vaya cerca sino llegará a casa cuál peregrino que hace el Camino de Santiago, a ver cómo se lo explica a la parienta.

Yo voy a dejaros por hoy, también estoy sufriendo el traquetreo del AVE. Escribo dos palabras cuando querría escribir una y el corrector está en plena euforia lingüística, en este tren estamos gastando todos fuerza innecesaria y aún queda mucho día por delante.

Images: Pinterest

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