El otro día se me ocurrió la brillante idea de hacerme con unas zapatillas de unicornio. Sí, es la típica frase que te dice tu amiga ‘nos las cogemos pero qué vergüenza no se lo digas a nadie’ y aquí estoy yo comunicándoselo a miles de personas.
El caso es que quería unas en concreto, posiblemente las más grandes y poco discretas que existen, esas que llegan antes que tú cuando tu madre te grita eso de ‘a cenar’. Me lo dicen en otra época y pienso que no puede haber nada más hortera que comprarte unas zapatillas de unicornio, bueno, quizás ahora también lo pienso pero una fuerza irremediable ha hecho que me las acabe comprando.
Comencé con unas de renos de Primark con las que perder la dignidad en décimas de segundo. Desde que se ha ido mi vecino (guapo, guapísimo) me da lo mismo abrir la puerta en zapatillas de unicornio. Antes de que se mudara me las compraba en Zara Home y llevaba la pestaña puesta hasta altas horas de la madrugada.
Pero se ha ido del nicho y ahora mis zapatillas escupen purpurina todo la que pueden y más. Las vi en Instagram, de donde normalmente salen cosas que bueno, no son exactamente de primera necesidad. Pero sí me la creó y empecé a buscar como digo las que si te caes te amortiguan hasta las rodillas.
Debido a esto ahora todos los anuncios que veo son de unicornios. Vasos, platos, guantes, la agenda de la vecina rubia, cojines, mantas, gorros… el merchandising más hortera que os podáis llegar a imaginar, excepto tu agenda Vecina Rubia, esa es lo más de lo más.
El caso es que me las quiero llevar en Navidad a casa para confirmarle a mi madre que sigo siendo una niña. Aunque según me vea las zapatillas igual me manda a ese internado con el que me amenazaba día sí, día no y que nunca me llevó para que madurara y cogiera experiencia de la vida.
Mamá te prometo que esto es culpa de mis amigas que me crean necesidades llenas de unicornios y purpurina. El caso es que meterlas en la maleta va a ser otra odisea. Voy a tener que dejar de meter ropa monísima porque me quepan las zapatillas y explica en casa que te has dejado el abrigo que te salva de las temperaturas bajo cero en el norte por meter al unicornio.
No sé si tienen muchas ventajas, me estoy dejando la espalda agachándome a por todo lo que se me cae. Son tan altas debido al mullido que voy pisando nubes de algodón, debe ser algo parecido a andar con zancos en el Circo del Sol. Seguro que me admitían por las pintas de juglar.
En fin que el momento unicornio se nos ha ido de las manos, tenemos que ver bien que merece la pena de Instagram, porque sale tanta basura que al final se te nublan las ideas. Aplicable para la vida en general.
Images: Vickie Liu
