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Nombres poco comunes

¿Te llamas Jara? Sí. Qué curioso, nunca se me olvidará tu nombre. Mi jefe de Onda Cero era un tipo peculiar y muy campechano. Yo entraba como becaria a través de unas prácticas e iba más muerta que viva. A todos, las primeras veces, nos dan una especie de volteretas el estómago en el mejor de los casos.

A mí eso me pareció extraño, en mi clase del colegio éramos, sin exagerar, perfectamente cuatro o cinco Jara’s. Es un nombre de la zona. Nunca se me hizo raro que mi nombre fuese peculiar, es más, en la mayoría de las ocasiones me salvaba mi segundo nombre por el que yo nunca respondía.

Y por el apellido menos, no por nada sino porque no veía conveniente que teniendo nombre tuvieran que hacer malabarismos lingüísticos. Cuando me trasladé a Madrid, Jara llamaba mucho la atención y enseguida mi nombre destacaba del resto. No había duda, era yo, la forastera, la del nombre peculiar.

El viernes pasado escuchaba en la radio algo interesante acerca de lo que más nos define a cada uno. No es que fuera un programa de RNE basado en estudios científicos, era Lo + 40 con la peculiar voz de Xavi Martínez.

Hablaban de los nombres estrambóticos de los hijos, en ningún caso mi caso valga la redundancia, el mío lo equipararía al de Xavi, que seguramente no haya nacido el muchacho en Sevilla sino en Barcelona. Puro accidente geográfico. Obviaremos a Carles que ahora tiene que estar en Bruselas.

A mí estrambótico me parece Blue Ivy (hiedra azul), la hija de Beyoncé y de ésta precisamente hablaban, también de Summer Rain (lluvia de verano), hija de Cristina Aguilera e hija de la colleja continuada en muchos casos y que no comparto. Me parece raro sí, me parece horrible también y jamás se lo pondría a mi hija pero a sus padres les gustará y eso es suficiente.

Explicaban el motivo por el cual la sociedad está poniendo cada vez nombres más raros a sus hijos y las cuatro conclusiones me parecieron buenísimas pero dos me llamaron la atención.

La primera porque buscamos que los hijos no pasen inadvertidos, porque cada vez vivimos en una sociedad más individualista, nos centramos más en nosotros mismos y menos en nuestro alrededor y sus normas.

La segunda (y archi interesante) porque quieren inculcar a sus hijos creencias como no debería importarte nada lo que piensan de ti. Esta me parece brillante. Tengo amigas que sus hijos tienen nombres muy poco comunes y a mí me parecen fuertes, con personalidad y sonoros. Se diferencian de los demás y no debería algo tan banal pasar a escándalo nacional, cada uno le pone el nombre a su hijo que le da la gana que para eso es suyo.

Es verdad que muchas veces hemos oído un nombre rarísimo y hemos dicho, qué faena, yo me subía al registro y me lo cambiaba. Pero si recapacitas, cada familia tiene un motivo y ahí suele estar siempre el kit de la cuestión, en la familia. No le puedes decir a una amiga, qué feo el nombre cuando sabes que lleva antecedentes emocionales. Cada uno tiene una historia.

La idea de que te importe poco lo que opinen los demás me fascina, eso sí, se lo tienes que dejar claro porque sino puede ocasionarle algún disgusto, se trata de decirles a los niños que son únicos pero en ningún caso mejor que nadie. Esa teoría me gusta para aplicarla en mis hijos.

A mí los nombres comunes no me gustan en su mayoría, no le voy a poner lluvia de verano pero sí optaría por algo más peculiar. Cuestión de gustos. Y personalidad.

Images: Pinterest

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