Ya se ha pasado una Navidad más. Nochebuena y Navidad superadas y digo superadas porque echarle un pulso al estómago en estas fechas es casi siempre salir perdiendo.
Habría que dejar espacio durante semanas y eso que en mi casa tampoco nos volvemos excesivamente locos. El otro día tenía que ir al supermercado a hacer la compra y había tanta gente que me bloqueé. Terminé comprando una lasaña congelada precocinada para salir del paso en mis últimos minutos por la capital. Lo único que quería era salir corriendo de allí.
Nunca me había agobiado tanto en el super. Pusieron una mesa llena de comida y había encima unas 40 personas sin exagerar. Me acerqué porque pensé que le había pasado a alguien algo y lo típico que ves a todo el mundo en corro que no hacen otra cosa que mirar para ver si resucita.
Y yo, que soy curiosa que discierne de cotilla, me acerqué. Y cuando mi cabeza ya visualizaba hasta la escena de la ambulancia me di cuenta que la culpable del tumulto era una mesa llena de foie que un empleado estaba reponiendo. Creo que el que tuvo que ir al servicio médico fue él de la ansiedad que le tuvo que dar. Entre los villancicos a todo meter y señoras que se peleaban por un trozo de Martiko aquel hombre aún está asimilando la locura navideña.
En Navidad que le pasa a la gente ¿que el estómago se les duplica? La gente compra como si viniese el fin del mundo. Aún nos queda Nochevieja y Año Nuevo para terminarnos de redondear. Pero vamos a centrarnos en la Navidad y sus otras consecuencias.
Porque sí, hay muchas más. Como Raphael en Nochebuena. En mi casa los clásicos no los llevamos muy bien. Mi abuela no paraba de repetir que ese hombre ya cantaba cuando ella era pequeña y mis padres que ya lo veían mayor de pequeños. Yo que la regla de tres no había manera de sacarla y aquel hombre venga a cantar.
Abuela… ¿a que nunca te hubieses imaginado cantar a Raphael con las Sweet California? ¿Con estas del pelo de colores? ¿estás son nuevas? ¿tú no te podrás el pelo así no? Ya se sabe, las abuelas siempre acaban mirando por la imagen de las nietas, por no hablar de la delgadez extrema que te ven siempre que las ves.
Yo no sé vosotros pero como en la vida se puede opinar desde la libertad y el respeto, yo opino que no sé si sobrevivo a otra Navidad de El Tamborilero. Si hemos pasado del teléfono de cable al iPhone X tiene que haber alguna manera de pasar de Raphael a otro señor.
Me parece muy bien que cante, una insignia y todo lo que usted quiera. Figura indiscutible, un honor cantar con él para los cantantes, lo admito todo, lo venero y lo respeto. Respeto a la gente que lo escucha, que le llena recintos, ole él, su trabajo, su carrera y ole mil veces él. Pero yo no sé si sobrevivo a más especiales de Raphael. Creo que ya podríamos pasar pagina.
Nos hemos encasillado y no me gustaría volver a citarlo pero lo veo de lo más oportuno ‘Las especies que sobreviven no son las más fuertes, ni las más rápidas, ni las más inteligentes; sino aquellas que se adaptan mejor al cambio’.
Yo el año que viene prometo adaptarme a lo que sea.
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