Hoy he cancelado todo lo que tenía y me he quedado escribiendo en casa. A lo único que le presto una atención devota es a los momentos de inspiración. Así que si vienen, paralizo rotativas.
Me he venido arriba con una película que visionamos en la carrera y todavía no he visto a nadie gritar eso de ¡paren rotativas!, qué de mitos hay en esta profesión. El único que se mantiene intacto es entrar a Vogue, ese sigue acojonando tal y como lo cuentan. Es Vogue, es la Biblia.
Lo que os quería decir es que una mañana casera de sol de prácticamente invierno, con su tazón de chocolate, su manta y sus villancicos de fondo mientras los selecciono para una de las noticias ‘la mejor playlist de estas navidades’, da mucho de sí.
A la nevera no me he levantado porque me viene enseguida a la cabeza el pavo, los turrones, el cómete eso que estás muy delgada de tu abuela o el ¿pero no quieres más después de todo lo que me ha costado hacerlo? Me he pasado toda la mañana en la cocina, si lo hubieses tenido que hacer tú… e imperativos que cobran todo su significado en Navidad.
Asaltar la nevera en estas fechas no tiene sentido, hay que dejar ‘hueco familiar’ en el estómago e ir a la farmacia para documentarte sobre los digestivos y algo más, si eres de los que ves ‘Saber vivir’ o el espacio de salud de la mañana de TVE.
Acabo de ver diez minutos de programa porque engancha una barbaridad ¿Por qué? Porque enseguida piensas que tienes de todo y quieres saber más y más y más. Me ha entrado una angustia horrorosa sobre las vacunas, los catarros, la susceptibilidad a los ruidos que provocan alteraciones nerviosas en el tímpano. No estoy acatarrada y por un momento he pensado en tirar el armario abajo a ver si tenía Frenadol. Qué mal rato, peor que un mal constipado.
Han empezado hablar de una bacteria rara y enseguida he cogido el teléfono para contarle a una amiga que la tenía yo. La tengooooo, la tengooooo, la tengo yo fijo. He entrado en modo histeria, me he leído a quién puede afectar sin prestarle atención a la tele, para entonces ya estaba cogiendo las llaves del coche para ir al médico y a lo lejos he oído algo así como ‘¿pero es entonces sólo en bebés no?’
¿En bebés? Pero qué invento es este. Esos síntomas los tenía yo y en internet media España. Esto se parece a cuando una amiga vino a casa después de haberla pintado el día de antes. Esta noche tengo que pasarla fuera porque he pintado la casa, le dije después de una hora tomando una Coca Cola en el salón.
¡Dios! No se puede ni estar aquí ¡esto es malo para la salud! ¡Vámonos! ¡Cómo huele! ¡No se puede ni respirar! Tuve que coger las llaves y el abrigo emulando a Usain Bolt. Y es que a veces más vale vivir en la ignorancia.
Mi abuela a la hora de Saber Vivir se va a dar una vuelta con las amigas. Posiblemente sea el secreto de la longevidad.
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