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Sex and the City en el AVE

Voy en el AVE un día más, solo que este viaje promete. Como todos básicamente. Si no fuese por lo incómodo que es escribir en una mesa de cuatro creo que siempre pediría en mesa. Me he dado cuenta que es un filón de historias con final en mi fisioterapeuta.

Tengo que escribir con el iPad en la boca del estómago y el cuello a la misma inclinación que los tobillos, me pide que cuide la higiene postural en reiteradas ocasiones pero es una misión difícil de cumplir ¿no me vas a hacer caso, no? La respuesta está en mi contracturada espalda condenada a entenderse con una pantalla de ordenador.

Le insistí a la señorita que me atendió por teléfono que no me diera un asiento de cuatro y sobre todo que no fuese contraria a la marcha pero yo no tenía tiempo ni ella el día, en primavera tengo terror a que me toque un compañero dopado a Frenadol. En los cambios de estación lo único que permanece es comprarse el Vogue colecciones en la estación. El mejor momento de echar el último vistazo a las tendencias.

Hablando de tendencias, acaban de entrar por la puerta, porque por la ventanilla sería la cosa difícil, las integrantes de Sexo en Nueva York en versión española. Les falta una pero su ausencia la suple la mezcla de colonias de las tres.

En dos minutos sé que una tiene una tienda de ropa cara, una vive de rentas y la otra se dedica a la rama sanitaria. ¡Ay! ¡Estoy harta de las pastillas!

Estoy por preguntarle si tiene una para mí porque sus conversaciones sobre zapatos empiezan a superar mi pasión por la moda. Charol nunca nunca hay que comprar, saco la conclusión que es un arma destructiva para juanetes.

Efectivamente una de ellas lleva un trancazo con descendencia y por primera vez me niego a recibir testamento. No he rezado lo suficiente esta noche porque se me ha sentado justo enfrente y su forma de aspirar me preocupa. Su amiga la sanitaria espero que tome cartas en el asunto.

Ella no está muy preocupada y lejos de ingerir sopa y pescado plancha está emocionada con la idea de comer ostras en el Quintín. El mítico restaurante con clase del barrio de Salamanca en Madrid.

Ahora no sé el motivo ni el desencadenante pero han empezado a hablar de hormigas, supongo que las plagas es el tema de debate de las casas de campo pero ya sé que en Alcampo y Mercadona tienen un producto top cool contra hormigas.

La de la tienda de moda cara va a su rollo, las únicas hormigas que conoce son las del último modelo de zapatillas de Yves Saint Laurent que le han llegado a tienda ¡y también unas de estrellas! ¡Como nosotras tía!

Me pregunto si tendrán alguna disciplina o código secreto entre ellas. Se saben los números de los locales de tiendas de lujo mejor que el que levanta la reja por la mañana. Estamos a punto de llegar y todas tienen ganas de desfasar por la 5ª Avenida, perdón quería decir, Serrano. Todas menos la resfriada que solo piensa en comer. Qué resfriado más raro. Estoy pensando que igual es alergia pero descarto las compras como motivo intolerante.

Son las tres muy diferentes pero manejan las tiendas como si fuesen el ayudante de Karl Lagerfeld, solo espero que no vayan a El Corte Inglés y les digan si quieren el servicio de Personal Shopper porque se sacuden la melena y se dan la media vuelta.

Estamos poniendo un pie en la estación y tengo miedo que tengan un grito de guerra. Japoneses, a un lado por favor, que viene la Visa patria.

Images: Pinterest

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