Llevo como una hora delante de este folio en blanco. Sin saber qué escribir. Será porque acabamos de empezar el año y estoy sin mucho que contar, por cierto, feliz 2018. Pero lo voy a intentar, 2017 ha sido tan bueno que me daba cierta melancolía cambiar de dígito.
Estaba leyendo unos artículos de todo lo que deberíamos hacer en este nuevo año y yo creo que en lugar de quedarme sin inspiración lo que me ha pasado es que me he empezado a agobiar.
El rey indiscutible, con el número uno, el más viejo de los propósitos, el que casi nunca cumplimos es… ¡ir al gimnasio! Venga todos en masa a apuntarnos a bajar el turrón. Porque como yo no baje el turrón me van a llamar de China para algún campeonato de sumo.
Creo que estas Navidades me han regalado turrón como para abrir una turronería y poner un cartel que ponga ‘Desde 1932’. Al principio te hace una ilusión bárbara aunque ya vas echando el freno para acabar en caída libre el día 31. Ese día ya no quieres una báscula cerca ni mucho menos ningún artículo que te hable de gimnasios. Ya sabemos que tenemos que ir, no agobiarse por favor.
Como digo, el primero es maravilloso ¡me han regalado una barra de turrón! ¡Qué bien! Ya nos guardarás un poco. Sí, intentaré no comérmelo. Y te lo comes. Vas al supermercado y ves el de Suchard. Hombre sí, este es un clásico, me lo llevo. Qué sería de unas Navidades sin Suchard. Vas a la pastelería de toda la vida y encargas los de toda la vida que cuando los quieres bajar también crees que van a estar ahí para toda la vida, en ese michelín de mazapán y jijona.
Vas a comprar el pan y te dice la de la panadería… estos polvorones son artesanos, los hacemos nosotros. La última vez que me lo dijo le dije… ya me alegro que apostéis por la tradición, enhorabuena.
Pensé… como me diga están muy ricos deberías de probarlos la verdad no tenía nada preparado ¿qué iba a hacer? Estaba sin salida. Pruébalos, están muy ricos. Miré a mi alrededor y estaba sola. Sí, era a mí, inevitablemente le tuve que decir, ponme uno de cada porque no haréis de muchas variedades ¿verdad? No… ocho nada más.
Ocho… ¿De qué eran esos polvorones? ¿De qué pueden ser los polvorones? Yo os resuelvo esa duda porque los he probado todos. Últimamente iba a comprar el pan con pasamontañas. Tenía miedo de que sacaran algún sabor nuevo.
Luego está cuando llegas a casa de tu abuela. Te he comprado estos turrones para que te los lleves. Están en ese armario. Mi abuela tiene el cajón de los turrones como mi cama cuando hago cambio de armario de invierno a verano, a reventar.
Si el cajón llega a ser un poco más alto acabo enterrada en frutas glaseadas. ¿Sólo estos? Vaya, qué pocos has comprado este año. ¿Son pocos verdad? En ese de ahí tienes más. Segundo cajón como una fábrica de Inditex en plena producción de vestidos de Nochevieja.
Si estas Navidades me preguntan de donde soy creo que voy a decir de Jijona, Alicante. Y hacía dónde voy, hacia el gimnasio, si hay valor. Pero Valor de chocolate, a ver si os creéis que voy a ir sólo a sudar.
Images: Pinterest (Pinimg)
