¿Subes? No, voy a mirar el buzón. Aquel depósito de cartas que me da por mirar una vez al semestre. Total, para que se acumulen las facturas de luz, agua, gas y derivados en la entrada de mi casa prefiero tenerlas allí, es el trastero low cost de mi vivienda.
Pero de vez en cuando y antes de que el conserje me diga que no caben más o que mi comunidad de vecinos espete eso de ¿no has venido a la reunión? Anda… ¿ya ha sido? Para no sufrir esas alteraciones vecinales poco recomendables prefiero hacer como que cojo las cartas habitualmente.
De hecho cuando lo hago paso un buen rato en la planta entresuelo para que alguno vea que me esfuerzo por estar al día. Pero nunca aparece nadie, es la ley de Murphy. El día que me pongo un chándal y no me maquillo para coger rápido cualquier cosa en el Opencor para una cena de domingo, ese día me los encuentro a todos. Los domingos por la noche me suelo maquillar como una puerta gracias a mis vecinos. Es agua micelar de más pero merece la pena.
Últimamente aparte de las facturas que nos llegan a todos también aparecen en mi buzón sobres de tamaños desorbitados con unas letras del siglo pasado y con una caligrafía digna de que yo ahora mismo le dedique unas líneas. Normalmente no entran por la solapa y el conserje llama a mi puerta…
¡Te vas de boda! Le hace más ilusión casi que a mí. Mientras estoy apunto de contarle que no me vuelvo a gastar más dinero en otro modelito suena el teléfono ¿Ya te ha llegado? ¿Qué te vas a poner? ¡Quiero que vayas espectacular! Miraré, miraré… tengo uno en mente… buah. Y es entonces ahí cuando pienso que el vestidor se me va a acabar haciendo pequeño en tema eventos por no hablar del bolsillo, cada día más pequeño porque las bodas son MUY divertidas, nada me gusta más que una boda pero salen caras, carísimas.
No es que sea agarrada, al revés, pero esto lo pensamos todos y en la mayoría de las ocasiones no lo decimos. No le decimos a nuestra amiga que no pensabas comprarte el último modelito de una marca súper top le vas a decir que las bodas son una putada económica.
Y es que yo, como muchas de mis amigas no estamos en la época bodas. Hace poco una de ellas me mando una foto con una frase buenísima. ‘Todos buscando a su media naranja y yo buscando vuelos baratos’. En realidad me gusta hacer lo que me dé la gana (aún estando en pareja) y pienso que soy demasiado libre aunque no descarto para nada el pasar por el altar, eso no quiere decir que nunca pronuncie sí quiero, pero a su debido tiempo.
Conozco a gente que se casa ‘porque es lo que toca’ y me parece una frase asombrosa con precipicio al fracaso. O gente que no te saludaba hasta el día siguiente a ponerle el anillo de compromiso en el dedo ¡Me caso! Anda, qué bien. Es la barrera que rompe todos los años atrás en los que la envidia esperaba la noticia perfecta para ser la alegría de la huerta. En realidad mucha gente cree que es la noticia con la que destruirán tu colección ‘top ten de noticias’ sin saber que cada uno tiene su propio ranking de prioridades. Para mí ahora mismo no es eso aunque ‘es lo que toque’.
Por diferentes motivos pero el principal es porque no me apetece y tirarme al precipicio porque es lo que toca me parece algo moralmente peligroso, también se puede llamar personalidad o simplemente respetar el tiempo de los demás.
Images: Beba’s Closet Prensa
