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Sueños que se cumplen

Tengo un poco complejo de peonza o de constelación, según se mire. Mi lunes es como un miércoles de esos que te levantas pensando que es viernes y llegas a la oficina feliz hasta que tu compañero de mesa te dice que te has venido arriba precipitadamente.

Hoy puede que espete menos palabrerío de lo normal, lo justificaré diciendo que llevo más de 15 días seguidos trabajando pero pese a eso, estoy realmente feliz. No tanto como si me hubiese tocado la lotería o sí. Porque en momentos como estos entiendo esa frase que dicen que ‘el dinero no lo da la felicidad’.

No, definitivamente no la da. La ilusión es el motor de la felicidad. Como dice una amiga tener dinero y comprarte unos zapatos de Chanel es invertir en felicidad a largo plazo porque cada vez que te los pones eres feliz, mucho. ¿Será mejor que invertir en arte? Obvio para eso el dinero manda pero hay momentos en los que pensar en dinero te parece hasta algo banal y vacío.

Estos días en los que mi anatomía está pegada a una silla que sólo se levanta a en punto y a media para ir a los desfiles pienso en la felicidad de los momentos y el sacrificio que a veces supone la felicidad. Porque hay quien la busca y la encuentra y quien no quiere levantarse para ver lo que es la vida desde dentro.

Hoy levanto la cabeza del ordenador desde la sala de prensa de Mercedes Benz Fashion Week porque mi mesa está enfrente de la cristalera y veo esa fila secundaria que se forma para intentar pasar a los desfiles. Es gente que se ampara a la suerte para que, si sobra sitio, poder acceder a las últimas filas de la pasarela. Y pienso cuántas veces la hice yo cuando vine a vivir a Madrid.

Me pasaba todas las ediciones de esta manera hasta que pasé a que varios diseñadores me invitaran a su desfile. Así estuve unos cinco años, en la grada de invitados por diseñador, hasta que la pasarela me acreditó de forma oficial como prensa de Madrid Fashion Week.

Hoy los veo y mi sueño era la moda y pienso que todo se puede conseguir. Muchos se lo toman como ir a pasar un rato divertido, yo siempre lo vi de la forma más profesional y con más respeto que pude porque para mi la moda se merece un respeto absoluto. Es una industria que se merece su sitio.

Ayer salí de IFEMA y volvía a casa por la M-40, Madrid se divisaba a mi lado izquierdo, las siluetas de los edificios se marcaban más que de costumbre por la luna que iluminaba. Todas las luces de una gran capital al fondo, me miré todo lo que la conducción me permitió y pensaba en la primera vez que pasé por esa carretera. Iba muerta de miedo como todo lo que me produce el primer contacto con lo nuevo.

Llegaba con varias maletas para empezar una vida, soñaba con hacer ese camino de vuelta hacia IFEMA para cubrir como periodista la Semana de la Moda. Y lo he logrado, esa es la lotería de la vida… he logrado un sueño y estoy feliz.

Debajo de mí Yolanda Sacristán a la que admiro profundamente… eso también era otro sueño.

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