Todavía no os había contado por aquí, en una de mis columnas, con todo lujo de detalles, la presentación del nuevo disco de Pablo Alborán. Si queréis leer la noticia (crónica, que siempre me gusta más para explayarme) que hice esta misma semana hablando de ello la tenéis aquí.
Nos habían citado a las 11:45 en la Fundación Giner de los Ríos en Madrid. Nunca había estado en ese lugar y me sorprendió gratamente. Dentro un espectacular jardín salvaje casi tanto como lo que íbamos a vivir. No es una frase que quede bien juntando un puñado de palabras, es que lo de Pablo Alborán es muy bestia. Es hacer música de verdad. Sí alguien que viniese de fuera y me preguntase qué música se hace en tu país le pondría cuatro discos y uno de ellos es el de Pablo. Como cuando quieres impresionar en la primera cita, viene a ser algo parecido.
Escaleras arriba el photocall, escaleras abajo la sala en la que tendría lugar la rueda de prensa. Para arriba a captar todo lo que pudimos y corriendo abajo una vez terminada la retransmisión y las fotos para ponerle palabras a la crónica. Estaban prohibidas las fotos en la rueda de prensa por eso no sacamos más que las permitidas. Me han preguntado por ello y si teníamos alguna foto al piano, nos acatamos a las normas es lo único que puedo decir. Dicho esto, cuando llegué a la sala de espacio reducido aunque suficiente para medios de todos los lugares del mundo, había como os acabo de comentar un piano que anticipaba lo que vendría tras finalizar la ronda de preguntas.
No pudo estar más amable, humano y simpático. Tengo que decir que no lo conocía en las distancias cortas y me impresionó la forma en la que hablaba a corazón abierto. No sólo en el disco sino delante de periodistas que teníamos sed por saber cómo le ha ido durante este tiempo y lo más importante, saber qué siente ante su esperada vuelta y todo lo que se le puede preguntar a un artista de valor incalculable.
No de datos discográficos, que también, sino artísticamente hablando es una mina de oro de valores. Me sorprendió que pusiera nombre a muchos de los que allí estábamos y que incluso se acordara de situaciones. Normalmente esta gente lleva tantas cosas en la cabeza que ese gesto se agradece enormemente. No es una cuestión de alabanza sino que me parece un dato más para definir su personalidad bondadosa. Yo, probablemente me entienda y si alguien tiene el privilegio de conocerlo probablemente me pueda dar la razón.
El momento cumbre llegó cuando se sentó en el piano. Su voz inundando la sala que enmudeció cuando empezó a acariciar las blancas y negras para dejarnos totalmente muertos. Retransmití todo lo que pude y más y llegó un momento en el que tuve que bajar el móvil porque quería vivirlo con mis ojos y no a través de una pantalla y así lo hice. Solté el móvil y me empecé a emocionar de una forma desorbitada tanto que tuve que contener la emoción por pura vergüenza sin darme cuenta que mitad de la sala estaba en mi misma situación. No os podéis imaginar lo que se siente escuchando sólo su voz y un piano, hace tiempo que no me estremecía tanto, logró llegar a conectar con mi más absoluta debilidad.
El disco es una barbaridad, me permití dos días de relax para escucharlo y luego poder escribir desde el conocimiento y sólo diré una cosa más. Que el talento que tenemos se valore, se respete y nos enorgullezca.
