Por lo general (por-lo-ge-ne-ral) soy poco de acercarme a conocer a rostros populares, si por eso también entendemos a influencers, eso sería un debate más amplio.
No traspaso nunca la barrera por si se me cae un mito o incluso a veces me da un poco de pereza, la gente se refuerza y hay que hacer un extra de demostración y en cierta manera lo entiendo viviendo en una sociedad tan deshumanizada. Quizá por no querer cambiar mi zona de confort y por seguir creyendo en algo ilusionante, no estoy muy segura que exista ilusionante pero me parece, que suena bien.
En realidad muchas veces me he preguntado si la gente es igual en las redes sociales que fuera. La respuesta es obvia pero hay quien se muestra natural y puede ser fiel a esa realidad no virtual. El otro día hablaba con un experto en comunicación sobre las ‘costumbres’ de la gente de subir fotos a una red social con un claro propósito o pensadas y ‘estudiadas’ para algo en concreto.
Ya sea porque el producto que publicistas requiere el mejor escenario o porque tu número de followers haya que incrementarlo como la espuma para que después las marcas contacten contigo y ‘vendas’ tu reloj ¿mentira? última generación a tus seguidores. No lo veo mal si se controla, como todo. Como también creo que es algo que hay que saber hacer con profesionalidad. Pero yo creo que ya hemos perdido el norte.
Me comentaba, hablando del verano, que me asombraría si supiese datos sobre porqué eligen ahora determinados destinos personas ‘influencers’. No van porque el paisaje sea bonito, las playas estén poco masificadas o haya muchas cosas por ver. Van porque hay suelos bonitos para hacerse fotos de los zapatos o un columpio en una cala que es perfecto para fotografiar tu último look de firma. Santo Dios qué agobio. ¿De verdad?
Sí, en realidad no me sorprendió porque algo sabía, no vivo en el limbo. Todos elegimos el mejor escenario para hacer una foto o mostrar algo que te gusta desde un ángulo que es la pera pero… ¿irte de vacaciones según lo instagrameable que sea el sitio? Que alguien me explique a dónde llegaremos con todo esto y con este altísimo nivel de superficialidad.
Yo no sé si tengo pensamientos muy de antes pero de verdad que me encanta levantar la cabeza y mirar. El otro día le decía a una amiga ¡levanta la cabeza que te lo estás perdiendo! ¿Cuántas horas pasaremos viendo fotos de gente que ni conocemos? A ver, en realidad no es algo malo ni mucho menos, es otra ventana del siglo XXI pero me parece que si ya fuerzas una cosa como planificar tus vacaciones para que vean tus seguidores a qué sitios vas me parece una pérdida de control del ser humano.
Porque cuando pasas unos límites entonces necesitas que alguien te habrá los ojos y no son precisamente los comentarios de alabo de tus seguidores. Yo creo que esto que explico se entiende bien y que muchos pensaremos lo mismo. Yo soy la primera que si salgo de casa sin móvil hiperventilo, doy la vuelta, porque por mi cabeza se me pasan mil cosas entre ellas ‘y si me pasa algo’.
Gracias a Dios siempre vuelvo sana a casa pero ese día se supone que me tienen que ocurrir todos las desgracias y para colmo no voy a poder contactar con nadie para que me rescate. Sí, eso pensamos la mayoría y realmente es el enganche que tenemos al móvil pero meterte ‘dentro de ese artilugio’ para vender una vida perfecta eso ya es otro asunto que requiere ayuda urgente.
